jueves, 7 de julio de 2011



La Historia Secreta del Mundo

Jonathan Black / Booket

Desde el nacimiento de Egipto hasta la caída de Roma, en los templos hubo una serie de salas adicionales en las que se enseñaba un tipo de conocimiento distinto al estrictamente relacionado con los dioses. Es lo que los antiguos historiadores llamaban escuelas mistéricas. En ellas se buscaba mediante la utilización de diversas técnicas una elevación de la conciencia que permitiese a los iniciados cambiar su punto de vista del mundo. Algunas de estas técnicas consistían en el descenso a pozos, la privación sensorial, ejercicios respiratorios o el consumo de sustancias alucinógenas.
Estos conocimientos, elitistas, solo se transmitían a personas de gran importancia en los ámbitos político y cultural, como senadores, emperadores o los denominados sabios. Su transmisión a personas externas a este orden estaba por tanto completamente prohibida y era castigada con la muerte. Por así decirlo, las enseñanzas de las escuelas mistéricas tenían la importancia de un secreto de Estado en la actualidad. Platón, Alejandro Mago o Esquilo fueron algunos iniciados.
Más tarde, cuando surgió el cristianismo, estos conocimientos fueron tachados de herejía y perseguidos. A pesar de ello algunos maestros consiguieron crear sus propias escuelas secretas, en las que se siguieron enseñando ya a puertas cerradas. C.S. Lewis, los hermanos Grimm y Antoine de Saint-Exupéry también fueron iniciados que buscaron con sus textos cambiar la visión del mundo de los niños para que cuando creciesen no fuese con una idea cuadriculada de lo que los rodeaba.
La pintura The History of World, que se exhibe actualmente en la Torre de Londres y es  portada del libro de mismo título escrito por sir Walter Raleigh en 1614, es un claro ejemplo del disimulo con el que lo mistérico y lo cotidiano se mezclaban en épocas de persecución. El motivo es la cabeza cornuda que se puede observar en el frontispicio de la obra, pasando desapercibida a pesar de todo a miles de personas que pasan frente a ella cada día.
Una anécdota. Juan Pablo II, antes de ser papa, era discípulo de un afamado rosacruz moderno. Un día, con veintiún años, tuvo un accidente de coche e ingresó al hospital en estado de coma. Al despertar dijo que había tenido una experiencia mística, una iluminación relacionada con las enseñanzas de su maestro, y decidió ingresar en el seminario, lo que lo llevó con el tiempo a convertirse en obispo de Cracovia y posteriormente en papa.
Las enseñanzas de las escuelas mistéricas han llegado hasta nuestros días siendo guía espiritual y moral de hombres y mujeres por igual, llegando a constituirse como pilares de sociedades secretas entre las que figuran rosacruces, illuminatis, templarios o masones.
Muchas de las personas que han creído en esta historia han sido figuras destacadas de la que todos tenemos por cierta.

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